Desde hace casi 8 mil años en China, y más de 3 mil en México, se ha valorado al jade como la piedra más preciosa, de mayor carga emotiva, y en donde mejor ha sido representada la cosmovisión y el poder.
Esta piedra ha gozado de gran apreciación, incluso, en el mundo occidental, llegó a ser considerada más preciosa que el oro y la plata. Tanto el término chalchihuitl en náhuatl, ya’ax chich hun en maya, como yu en chino, significan “piedra preciosa” y, simbólicamente, representa tesoros, prestigio y riqueza para sus poseedores.
En ambas regiones, desde etapas muy tempranas, su uso está ligado con el surgimiento de las primeras sociedades complejas y estados, por ello, se le considera un material clave para explicar el desarrollo de las culturas de China y mesoamericanas.
El gran aprecio que se ha tenido del jade en dichas culturas se debe en gran medida a varias de sus características físicas sobresalientes, como son su gran belleza, su gama de tonalidades, su extrema dureza, su textura densa, la translucidez y el lustre delicado que resulta cuando se pule, así como el sonido puro que emite al ser golpeado, sin dejar de lado sus supuestas propiedades medicinales.
Sin embargo, dentro de una concepción cultural amplia del jade, esta categoría no solamente abarca los minerales de la jadeíta y la nefrita, sino también incluye el uso de otras piedras semejantes aun cuando menos destacadas respecto de sus múltiple cualidades, por lo que en este sentido se habla del empleo del “jade social” o “jade cultural”.
La exposición Piedras del Cielo, civilizaciones del jade pretende mostrar al público algunas de las principales similitudes y diferencias en el uso del jade y otras piedras verdes en estas dos grandes civilizaciones.
Última actualización el Viernes, 18 de Mayo de 2012 23:16